Si bien en Estados Unidos y otros países no está tan claro, parece que por una vez los bancos españoles no están tan expuestos como sus homólogos anglosajones. Esto ha permitido que grupos como el Santander, con finanzas solventes, esté aprovechando las bancarrotas para adquirir grandes empresas británicas y americanas. Tan protegido se encuentra el sistema bancario español, que Financial Times alabó esta semana la regulación conservadora que el Banco de España ha venido ejerciendo todos estos años, no permitiendo las arriesgadas aventuras y créditos arriesgados que han llevado al actual embrollo financiero en otras partes. Por otra parte, en caso de que se produjera alguna quiebra bancaria, el Fondo de Garantía de Depósitos se encargaría de cubrir a la mayoría de ahorradores y empresas perjudicadas.
Pero los datos de confianza en la economía que muestran los españoles no invitan al optimismo. En el mes de agosto, justo antes del actual descalabro financiero en Wall Street, un 56% de los españoles manifestaba gran preocupación por la situación económica y los niveles de paro. Y es muy posible que ese récord histórico haya sido superado de nuevo este mes tras los acontecimientos de esta semana. En menos de un año, la economía y el desempleo han concentrado la preocupación de los españoles, desplazando a temas clásicos como el terrorismo o la inmigración. En principio, esta agenda centrada en la seguridad económica, más que en el orden, debería beneficiar a un gobierno de izquierdas. En la práctica, el gobierno Zapatero puede salir realmente perjudicado si las tendencias no cambian pronto.
Lo más preocupante es que indicadores de confianza interbancaria como el Libor, no han parado de empeorar en los últimos meses. Esto quiere decir que los bancos no quieren prestarse dinero entre ellos, y eso pese a las enormes inyecciones de liquidez (dinero) que los banqueros centrales han realizado durante el verano. Por tanto, veremos en un plazo breve de tiempo como las empresas no podrán conseguir préstamos para seguir operando normalmente, y se verán forzadas a quebrar y despedir personal.
Después de la tormenta inmobiliaria
Habíamos estimado que casi un millón de personas provenientes de la construcción engrosarían lentamente las filas del paro según los diferentes proyectos se fueran finalizando. Sin embargo, el cóctel actual de desconfianza interbancaria, pesimismo de los consumidores y frenazo de la construcción y el turismo (nuestros motores de vuelo) nos está acercando a un abismo muy peligroso, del cuál será difícil salir independientemente de quién gobierne en Moncloa, porque todas las soluciones técnicas a la crisis, como la reinversión en otros sectores o la respiración asistida a las empresas en apuros, no empezarán a rendir realmente sus frutos hasta dentro de dos o tres años.
En resumen, quédese tranquilo dado que sus ahorros están seguros en su banco. Lo que no estará tan claro es si podrá seguir ahorrando en los meses venideros.